Petitorio presentado al Presidente del CONICET, Dr. Daniel Salamone y miembros del Directorio
Las Humanidades y Ciencias Sociales en el CONICET
Petitorio al Presidente, Dr. Daniel Salamone y miembros del Directorio
En un mundo donde la inteligencia artificial lo impregna todo, el conocimiento es un bien invalorable. La generación de conocimientos, en cualquier ámbito, es urgente y necesaria. Su utilidad práctica e inmediata dependerá de las preguntas que nos hagamos y de las necesidades que se quieran cubrir. Estas preguntas cambian constante y aceleradamente. No sabemos hoy lo que será importante mañana, por lo que no podemos dejar de producir nuevos conocimientos en todas las áreas, desde la física hasta la literatura. Ensalzar una ciencia por sobre otra es negar la complejidad de nuestra condición humana; es estar corriendo por detrás de las preguntas ya generadas y no siendo los creadores de las nuevas.
Es particularmente importante señalar que en nuestro país, acompañando el proceso de consolidación de las instituciones democráticas, y con el desarrollo progresivo del campo institucional de la actividad científica, las Humanidades y Ciencias Sociales experimentaron un salto cualitativo y cuantitativo de gran significado. Ello se puede observar de manera preliminar en la representación de investigadores/as (24,5%), profesionales de apoyo y becarios/as del organismo, los proyectos financiados de nuestras áreas y la conformación de unidades ejecutoras de doble dependencia. Esta modalidad supuso anclar a los investigadores/as en los marcos universitarios y familiarizarlos con estándares de producción científica capaces de incentivar el desarrollo de políticas de investigación y la formación de recursos humanos de alta calificación. Ambos fines distinguen la tarea del CONICET en el concierto internacional. De igual modo, el papel del organismo resultó fundamental en la creación o fortalecimiento de carreras de posgrado en el tejido universitario nacional, contribuyendo decididamente a la federalización de las instituciones rectoras de graduación de doctores y doctoras en nuestras ciencias.
Las Humanidades en particular fueron y son significativas también porque –y más allá del particularismo propio de sus objetos de estudio- supieron integrarse sin dificultad, y no pocas veces en clave original, a las formas de la producción global del conocimiento. Y esto se verifica tanto en el hecho clásico de la producción del saber que obliga a estar al tanto de las elaboraciones novedosas en ambientes académicos internacionales, como en las propias producciones que intervienen en esos campos del conocimiento desde una periferia cultural como la nuestra. Dirección de revistas académicas de calidad; composición de equipos editoriales; dirección de programas de formación de posgrado; participación en centros y grupos de investigación; integración en redes académicas internacionales; servicios y convenios afines a problemáticas ligadas a la puesta en valor del patrimonio cultural y documental; prácticas de divulgación: la tarea de los investigadores/as en Humanidades es particularmente relevante a la hora de presentar ante la comunidad global del conocimiento un modo complejo y no esquemático de pensar cómo funcionan la sociedad y la cultura en el tiempo.
A los efectos de ilustrar el peso relativo de las Humanidades en la producción científica del CONICET, consignamos la siguiente información. Según el ranking SCIMAGO 2024, sobre un total de 1870 instituciones, las Humanidades en CONICET están en el primer lugar en el ámbito iberoamericano, y en el top 5 a nivel mundial, constituyendo la única área de conocimiento de CONICET en ese nivel. Las ciencias sociales, por su parte, están en el top 10 a nivel mundial, sólo acompañadas por Veterinaria y Psicología. Entre los trabajos de los científicos argentinos publicados en revistas académicas latinoamericanas, cabe destacar que alrededor de la mitad corresponden a Ciencias Sociales y Humanidades. Entre 2000 y 2018, las Ciencias Humanas y Sociales aumentaron su producción de artículos científicos el 1273%, mientras que el resto de las ciencias (agrícolas, médicas, naturales, ingenierías y tecnológicas) sólo lo hicieron un 563%.
Las Humanidades, como todos sabemos, son imprescindibles para promover el bienestar, formar el carácter, ampliar la comprensión del mundo y desarrollar el espíritu crítico. Pretender limitar el conocimiento científico a actividades de una cierta rentabilidad esperada implica desintegrar la noción de saber racional total del mundo, que fue la que guió al doctor Bernardo Houssay y a sus colegas fundadores del CONICET. Es más, un rápido repaso de los estatutos fundacionales de las universidades públicas argentinas nos enseña que en ellas fue de capital importancia la conciliación entre los saberes técnico-profesionales con las artes y los saberes humanísticos y sociales orientados a la comprensión, diagnóstico y resolución de problemas nacionales, la generación de riqueza y la promoción de valores humanitarios y democráticos.
En consecuencia, la disminución de la participación de las Humanidades en el organismo tendría efectos sobre la consideración y evaluación global de nuestras universidades y del sistema científico in toto, en tanto resulta difícil considerar el fortalecimiento de las ciencias exactas y naturales, las ciencias agrarias o las biológicas sin las Humanidades ni las sociales: todas juntas traccionan en la difusión de valores asociados al progreso de las ciencias. Vale consignar que dicho principio fue el que fundamentó el Decreto Ley 1291/1958 de creación del CONICET el cual califica “de primordial interés nacional coordinar y promover las investigaciones científicas en cuanto las mismas pueden contribuir al adelanto cultural de la Nación en sus más diversos aspectos”. El mismo Estatuto del organismo fundamenta el desarrollo armónico de todas las disciplinas.
No obstante, asistimos a la valoración decreciente de las Humanidades y Ciencias Sociales en la agenda científica del gobierno nacional y del CONICET. Este último, en tanto organismo dependiente del PEN, debe regirse por los lineamientos previstos por la Secretaría de Ciencia y Tecnología. Bien sabemos que no se trata de un fenómeno sólo argentino, sino que en otras latitudes universitarias y científicas también se impone el paradigma de la productividad o “utilidad”, con la consecuente desfinanciación estatal y la erosión de autonomía de la ciencia, a raíz de demandas externas. Pero lo cierto es que aun teniendo en cuenta el papel del poder político o del Estado en la orientación del desarrollo científico, la sociedad misma reclama el adecuado equilibrio que debe prevalecer entre los diferentes campos de conocimiento, es decir, la relación virtuosa entre “ciencia básica” y “ciencia aplicada”, en tanto la “utilidad” no deriva sólo de “beneficios inmediatos o directos a la sociedad”. Sin esos recaudos, tal como ha señalado Mario Albornoz, el desarrollo científico y tecnológico corre el riesgo de perder autonomía, eficiencia e innovación, quedando postergado a la mera “venta” de proyectos o “servicios” con o sin interés social. Un riesgo del que, naturalmente, no quedan al margen las llamadas ciencias “útiles”.
Lo anterior da cuenta, entonces, de un panorama global inquietante que no sólo afecta a las Humanidades y las Ciencias Sociales, sino que pone en duda la valoración pública del conocimiento científico y social cimentado desde los tiempos de la Ilustración. Esta descalificación desconoce la incuestionable importancia de las Humanidades y Ciencias Sociales a la hora de diseñar y monitorear políticas públicas inclusivas, capaces de mejorar indicadores de gobernabilidad, equidad social y desarrollo, y lo que no es menor, pone en riesgo la generación de conocimiento ligado al pensamiento, la cultura y la historia. Suele argumentarse que nuestros temas de investigación pueden ser postergados por parecer poco relevantes o ajenos a problemáticas de interés general. Sin embargo, un breve recorrido por los proyectos de investigación que habitualmente financian los demás países alcanza para comprobar que los temas que se han venido estudiando en nuestro país guardan sintonía con los campos transnacionales de cada disciplina. Así lo demuestran las líneas de investigación financiadas por el CNPq en Brasil, el CONICYT en Chile, la ANII en Uruguay, por mencionar solo tres agencias latinoamericanas entre otras europeas y norteamericanas.
Nos permitimos recordar que los saberes que generamos también son indispensables para alimentar el debate público y tienen aplicaciones prácticas concretas y muy relevantes. Los conocimientos filosóficos no sólo se ocupan de las grandes preguntas de la vida, sino también de algo tan concreto como las decisiones que deben tomar los comités de ética de nuestros hospitales y reparticiones públicas. Sin la Historia quedamos huérfanos de instrumentos comprensivos para conocer los componentes que nos identifican como integrantes de una comunidad nacional y debatir aspectos relativos a proyectos de desarrollo del pasado y presente del país federal. Si no hubiese investigación en Letras y en Artes no tendríamos herramientas para pensar las narrativas, imágenes y estéticas que dieron cuerpo a la sensibilidad general de nuestra nación.
Las Humanidades, además, generan saberes que se utilizan de manera cotidiana en universidades, escuelas, museos, teatros, conservatorios, escuelas de cine, talleres de restauración, bibliotecas y centros culturales, y diseminan conceptos y cuestiones que pueden ser retomados por la prensa y los debates colectivos. Todo ello, sin mencionar que son precisamente los saberes que deben tener, de manera actualizada, los docentes que educan a los niños en todo el país. En un país donde se ha sembrado recientemente la alarma de que un importante número de niños y niñas que actualmente se encuentra en sus primeros tramos de escolarización tiene severas dificultades en el acceso a la alfabetización y la comprensión lectora, la desvalorización de las Humanidades, que tienen una relación intrínseca con la cultura impresa, supone un alto costo para el sistema educativo en su conjunto. Ello impactará necesariamente en la calidad de los recursos humanos con los que contará la Argentina en las próximas generaciones. Las disciplinas humanísticas -la lingüística, la filosofía, la historia, la literatura- en diálogo con las ciencias de la educación proveen las bases conceptuales y metodológicas necesarias para diseñar políticas y estrategias de alfabetización, formación docente, elaboración de materiales educativos y evaluación de la comprensión lectora. De este modo, aportan herramientas fundamentales para la inclusión lingüística y cultural de la infancia en contextos de diversidad social y lingüística, fortaleciendo las condiciones para una ciudadanía plena. Ignorar estos aportes equivale a debilitar la capacidad del Estado de revertir las desigualdades educativas y garantizar el derecho a la educación. El menoscabo de las Humanidades y Ciencias Sociales no sólo atenta contra el desarrollo científico integral, sino que vulnera el derecho de las poblaciones a acceder, producir y participar de los bienes simbólicos y culturales de la Nación. Las Humanidades son una herramienta estratégica para garantizar derechos culturales, educativos y lingüísticos, reconocidos en tratados internacionales y en la Constitución Nacional. Por ello, su debilitamiento compromete no solo el sistema científico, sino también el entramado democrático que se sostiene sobre el acceso igualitario al conocimiento y la cultura.
Además de la contribución a nuestra sociedad y a sus ciudadanos que todo ello representa, las Humanidades y Ciencias Sociales también colaboran en la generación de un capital intangible que derrama beneficios económicos al conjunto social. Valga como prueba los argumentos que moviliza el gobierno de CABA para posicionar a la ciudad de Buenos Aires como “capital cultural” de América Latina con fines turísticos. Otro tanto ocurre con atractivos patrimoniales y culturales ofertados en las provincias que articulan el sector público y el privado.
Los argumentos vertidos hasta aquí justificaron este pedido de audiencia porque estamos convencidos/as de que la crisis del sistema científico nacional y del CONICET, junto con la discontinuidad de las fuentes de financiamiento por parte de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, atenta contra las capacidades en todas las áreas de conocimiento. Las prioridades establecidas en los instrumentos de financiación de investigación científica (PIPs y PiET-R), aprobadas por el Directorio del organismo, postergan o excluyen especialmente el desarrollo de las disciplinas humanísticas. Dicha tendencia se pronunció en la reciente convocatoria de becas doctorales y posdoctorales 2025, en tanto el 70% de las mismas serán otorgadas a temas prioritarios, y el 30% restante a temas libres. Dicha distribución perjudica de manera particular a las Humanidades y amenaza concretamente la formación de doctores/as en nuestras disciplinas:
https://convocatorias.conicet.gov.ar/financiamiento-de-proyectos/pip/
https://convocatorias.conicet.gov.ar/becas/
Por lo expuesto, y en representación de presidentes de asociaciones científicas, directores de institutos y centros de investigación del CONICET y de Universidades públicas y privadas, y directores de posgrado, solicitamos al Presidente y Directorio del CONICET tengan a bien garantizar la continuidad de nuestras disciplinas en el organismo mediante una adecuada dotación de recursos y/o instrumentos de financiación que contribuya al desarrollo de nuestras investigaciones, el funcionamiento de nuestros institutos, la dotación de personal de apoyo, la renovación de equipamiento menor y la inversión en equipos de mediano o alto porte que contribuyan a la reformulación de carreras científicas en investigaciones de punta, al cumplimiento de convenios locales e internacionales, y a la necesaria integración de jóvenes investigadores/as a los grupos de trabajo. El propósito principal consiste en sostener y/o fortalecer nuestras capacidades científicas que, como queda demostrado en los indicadores antes reseñados, ubican a las Humanidades en áreas de conocimiento validadas y reconocidas por la comunidad científica nacional e internacional. Las Humanidades y Ciencias Sociales conforman junto con las Ciencias Naturales, Físicas o llamadas “Exactas” una unidad intelectual y forman parte por igual de un sistema de producción de conocimiento caracterizado por la pluralidad de enfoques. En función de ello, y atendiendo a la legítima defensa de nuestras disciplinas, resultaría oportuna y necesaria la revisión de las decisiones y criterios de prioridad establecidos, pues atentan contra la continuidad de saberes fundamentales sobre la antigua noción de la humanitas, siempre viva, en el principal organismo del sistema científico nacional.
Presidentes de Asociaciones científicas, Directores de Institutos y Centros de Investigación del CONICET y Universidades públicas y privadas, y Directores de Posgrados de Humanidades y Ciencias Sociales,
Buenos Aires, 23 de julio de 2025