Declaración de la AsAIH ante el momento actual de las humanidades y las ciencias sociales

La Argentina cuenta con una larga tradición de políticas científicas impulsadas por el Estado, con antecedentes que se remontan al siglo XIX. En 1810, a pocos meses de la revolución de mayo, la Primera Junta de gobierno dictó un decreto por el cual se fundó la Biblioteca Nacional. En 1812, un nuevo decreto impulsaba la tarea de escribir una historia de la revolución de independencia, que llevaría a cabo el deán Gregorio Funes. Ese mismo año Bernardino Rivadavia dio el puntapié inicial para fundar el Museo Argentino de Ciencias Naturales, ubicado actualmente en Parque Centenario, CABA. Años después, en 1871, Domingo F. Sarmiento impulsó la creación del Observatorio Astronómico de Córdoba, cuyos aportes al conocimiento científico han recibido reconocimiento internacional. Estas no fueron iniciativas aisladas, sino el producto de políticas sostenidas a lo largo de décadas.

A pesar de muchas adversidades y discordias que vivió el país, al avanzar el siglo XX la sociedad argentina reafirmó ese consenso básico sobre la importancia de la cultura científica como un valor en sí mismo y componente fundamental del bien común, que debía ser apuntalado por políticas públicas de manera sostenida. En efecto, esa cultura científica no solo proporcionaba prestigio internacional, sino además resultados concretos por sus aportes a la producción, al desarrollo, al conocimiento y a la construcción de un sentido de pertenencia a una historia común. La creación y consolidación de un sistema de instituciones entre las cuales se contaban las universidades, los observatorios, los museos, las academias nacionales y las bibliotecas permitieron con el correr del tiempo el desarrollo de un sinnúmero de disciplinas científicas en el país. Al cabo de muchas décadas todo ese trabajo colectivo dio como fruto que la Argentina ostenta tres premios Nobel en ciencias, Bernardo Houssay, Luis F. Leloir y César Milstein, único país latinoamericano que alcanzó tales distinciones. A esto se suma, el reconocimiento mundial en la construcción de legados que sustentan la búsqueda de paz y justicia a nivel global, como muestran los dos premios Nobel de la Paz recibidos por Carlos Saavedra Lamas y Adolfo Pérez Esquivel.  

Hoy más que nunca toda esa cultura está en riesgo porque las Humanidades lo están. La ciencia avanza armónicamente, esto ya se planteó como una cuestión de principios en la creación del CONICET. Es difícil, por caso, que se fortalezcan las ciencias Exactas y Naturales, las Ciencias Agrarias o las Biológicas sin las Humanidades ni las Sociales, dado que son todas juntas las que traccionan en la difusión de valores asociados al progreso de las ciencias. Este fue el espíritu con que se creó en el año 1958 dicho organismo, principio que quedó explícitamente enunciado en el decreto ley 1291/1958, en el cual se sostenía que resulta “de primordial interés nacional coordinar y promover las investigaciones científicas en cuanto las mismas pueden contribuir al adelanto cultural de la Nación en sus más diversos aspectos”.

En este contexto, la publicación de la Convocatoria 2025/27 de los Proyectos de Investigación Plurianuales PIP de CONICET, en la que según sus bases “se valorará positivamente” a algunas áreas en detrimento de otras, en especial, de las Humanidades y de las Sociales, prende una señal de alarma sobre el futuro de estas disciplinas que verían mermadas sus posibilidades de acceder a fuentes de financiamiento, cada vez más escasas por otra parte. Dicha situación se agrava con la convocatoria de los Proyectos de Investigación Estratégica Territorial en Red y Plurianuales PIET-R 2025, de CONICET. 

AsAIH desea llamar la atención sobre esta situación a través de esta declaración, en sintonía con otras anteriores, dado que advierte que está en peligro la continuidad de las condiciones generales básicas para el trabajo de los investigadores en disciplinas humanísticas y sociales, y entre ellas la nuestra. No sólo por la marginalidad en que se las deja en convocatorias como las antes mencionadas, sino además por la recurrente endeblez de una política de patrimonio y archivos que menguan los repositorios necesarios para dicha labor. Finalmente, insistimos en nuestra afirmación respecto a que en pleno siglo XXI es irrefutable que -en el marco de una sociedad donde los flujos de información y conocimiento son vertebrales- la investigación científica requiere más que nunca de una perspectiva pluralista, integral y multidisciplinaria.

 

22 de Mayo de 2025

Asociación Argentina de Investigadores en Historia (AsAIH)

Comisión directiva 2025-2027

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