Con profundo dolor comunicamos la noticia del reciente fallecimiento de Fabricio Salvatto y compartimos el sentido obituario que elaboraron Guillermo Banzato y Jorge Troisi Melean.
OBITUARIO FABRICIO SALVATTO
Guillermo Banzato
Jorge Troisi Melean
Fabricio Salvatto llegó de Luján y rápidamente se adaptó al mundillo de la capital bonaerense. Primero fue como estudiante, luego como graduado y, finalmente, como docente. Su andar cansino, su sonrisa franca y su hablar pausado lo hicieron querible para sus compañeros, sus colegas y sus alumnos.
Se fue formando en una variada gama de intereses estéticos e historiográficos, lector incansable de Hanna Arendt y Marcel Proust, gustaba del buen cine y era un exquisito melómano, además de bajista de jazz. Historiador erudito y curioso, buscaba con ahínco encontrar las raíces de la modernidad de ese extenso período de transición entre el siglo XVIII y el siglo XIX, concepto que su admirado Koselleck, denominó como Sattelzeit.
Siempre con sentido del humor, Fabricio desplegaba paciencia para la escucha y la contestación amable, sosteniendo sus argumentos con pasión, pero siempre con respeto. Buen conversador, no importaba el lugar, el soporte o el medio para establecer una charla. Podía ser el gélido estacionamiento de la Facultad de Humanidades en julio o el campito de ADULP en un soleado enero, a veces bajo una sombrilla, a veces, no. Podía ser una conversación telefónica de horas, o prolongados intercambios de mensaje de WhatsApp. Podía discutir sobre el proyecto educativo de Pedro Ferré, los dominicos lectores de teología o la influencia de los exiliados de la revolución del 48 en el Río de la Plata.
Ganador del Premio Joaquín V. González como mejor promedio de la UNLP, Fabricio tenía una particular forma de producir conocimiento, rodeando el tema, amontonando lecturas que parecían inconexas, pero a las que eventualmente les encontraría un hilo conductor. Desprejuiciado académicamente, no dudaba en revisar ninguna de sus tesis, aunque tuviera que desandar un camino que le había llevado años.
Profesor entusiasta, Fabricio era un apasionado por la educación, por ejercerla, por transmitirla y por estudiar sus raíces. Tenía gran facilidad para despertar el interés de los estudiantes y estimularlos para propiciar el desarrollo de sus capacidades.
Cuando exploraba los archivos había adquirido ese particular olfato de historiador para transformar viejos papeles perdidos en cajas arrumbadas en nuevas fuentes para conocer el pasado. Y así nos dio una tesis doctoral densa, profunda, con un enfoque original sobre un problema largamente recorrido por la historiografía decimonónica: “Los derechos de vecino y de natural en la definición de la ciudadanía política y la soberanía en Buenos Aires y el litoral, 1808-1826”.
Estaba incursionando en la divulgación en donde encontraba muchas menos ataduras que en el lenguaje académico para citar películas, libros, o artículos periodísticos. Allí había comenzado a desarrollar su potencial en el ensayo. Editor de la Revista Trabajos y Comunicaciones, hace poco había coordinado con Klaus Gallo un excelente dossier sobre el bicentenario de la Reformas Rivadavianas. Integrante de varios proyectos de investigación de la UNLP, su permanente indagación lo había llevado a estar en la recta final de la Maestría en Filosofía, en la UNQUI.
Disfrutaba la vida en familia. Su forma de encarar todo con pasión se expresaba tanto en un congreso de historia como en un grupo de padres del jardín.
Los padres no deberían dar el último adiós a sus hijos. Tampoco los profesores a sus dirigidos. Son estas las absurdas líneas que nunca hubiéramos querido escribir. En el contexto de pandemia, varios colegas llegaron a conocer a Fabricio virtualmente. A los otros, los que lo conocimos personalmente, el olor fresco y mentolado del eucaliptus nos llevará siempre a rememorarlo. Con profundo dolor despedimos al profesor, magister y doctor Fabricio Gabriel Salvatto.